Ahora que entramos de lleno en las temporadas de premios, en que las aspirantes al Oscar lo dan todo por conseguir menciones, por aparecer en las noticias y por acaparar miradas, me ha parecido oportuno publicar esta reflexión...
Desde siempre, no solo en el cine, sino en cualquier ámbito humano, se ha podido ver una lucha interminable: Lo nuevo, lo novedoso, lo que rompe lo establecido, se enfrente a lo clásico, lo acostumbrado, lo políticamente correcto. Siempre es la antigua generación, con sus reglas y sus logros, enfrentando a una nueva generación de artistas, o científicos, o políticos, o teólogos, que intentan encontrar su propia identidad y crear algo que llamar suyo. A veces resulta más de lo mismo, pero en su momento costo por lograrlo.
Esto se ve perfectamente en el cine, cuando hablamos de como el cine diferente, vanguardista, que busca nuevas formas de contar una historia, se ve enfrentado contra cine clásico, sentimentalismo, y que recurre a temas siempre efectivos como la superación, el final feliz y el romanticismo. Cine independiente contra los grandes estudios, historias de amor clásicas contra nuevos relatos extraños y novedosos, antiguos héroes reales contra superhéroes e historias de ciencia ficción.
Y como reflejo de una sociedad cambiante, los Oscar también respetan siempre este sistema. Cada año, o al menos casi cada uno, se enfrentan películas novedosas con clásicas, y últimamente la lucha se ha reducido a dos.
Si nos vamos a los últimos años, sin embargo, parece que comienzan a ganar peso las propuestas valientes y diferentes. Luego que en los noventa se premiaran firmes tan clásicos como Titanic, Belleza Americana, Shakespeare enamorado o El paciente Ingles, el nuevo milenio ha visto el nacimiento de filmes tan notables como El Señor de los Anillos, Million Dollar Baby, Slumdog Millionarie o The Hurt Locker, filmes vanguardistas que vencieron a las opciones clásicas como The Curius Case of Benjamin Button, The Aviator, Descubriendo el País de Nunca Jamas...
El año pasado, sin embargo, películas superiores perdieron ante el clasicismo... ¿Qué esperar de este año entonces? ¿Valorará la academia realmente lo mejor del año o volverá a caer en una absurda batalla entre lo nuevo y lo viejo que solamente deja descontento a medio mundo? En un año en el que el clasicismo parece proliferar (The Artist, War Horse, Hugo, The Help), la academia puede volver a su consabido patrón y premiar algo accesible, que gusta más no emociona...
Cine vs. Cine. Nuevo vs. Clásico. ¿Algún día alguien podrá, verdaderamente, reconciliar ambos mundos?
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