lunes, 15 de diciembre de 2014

Crìtica: Snowpiercer


Sinopsis: Es un futuro distópico, donde el mundo ha quedado sumergido en una perpetua era de hielo. Los únicos sobrevivientes son los pasajeros del Snowpiercer, un extenso ferrocarril que circunvala el planeta entero impulsado por un motor de duración infinita, y dentro del cual dos clases sociales opuestas , el frente privilegiado y la punta trasera marginada, se ven enfrentados en una nueva revolución social.

En General... Debo admitir que tengo una enorme debilidad por las distopías en todas sus formas y corrientes. Entonces, desde antes incluso de ver el trailer, ya sentía una gran disposición hacia Snowpiercer. Me alegra decir que no me decepcionó en su presentación del contexto y en su crítica social, si bien no llegara nunca a sorprender como otros ejemplos de distopías si lo han hecho. Pero vallamos por partes.
El inicio de la historia es relativamente callado, pero evoluciona rápidamente en una de las escenas más poderosas del año, ese momento deliciosamente retorcido, sádico y simplemente erróneo en que los niños son arrebatados, y los padres que les defienden castigados mientras la líder, con una sonrisa que haría orgullosa a cualquier villano, da su discurso. Esta secuencia representa un momento cumbre de la película, más no es el único.
Debo decir, sin embargo, que la historia que de aquí se desarrolla nunca logró interesarme completamente, mi atención mucho más centrada en los escenarios que van recorriendo en su búsqueda, y las frases que van soltando los personajes para crear contexto y explorar las contradicciones que este mundo representa. Al igual que todas las mejores distopías que existen, los personajes y sus travesías son sino la excusa perfecta para presentar un mundo condenado.
Por tanto debo destacar las escenas, si no la historia. Los momentos del camino que pesan más que el camino mismo. Así, el carro en que se elabora la comida, los niños estudiando o la pelea cuando finalmente son aprendidos representan grandes escenas perdidas en una historia menor, que se dibuja como menor precisamente para que no se coma a las escenas mismas.
Finalmente llegamos al clímax de la historia, momento en que las historias personales y colectivas se juntan en una revelación que, aunque predecible y ya usada en este tipo de relatos, no pierde su impacto por la maestría en que son retratadas en pantalla (más allá de alguna que otra actuación que no está a la altura). El final como tal de la película, en cambio mucho más metafórico, me ha gustado bastante por su simpleza.

Actuaciones: En un reparto sorpresivamente bueno me gustaría destacar por su indudable excelencia a dos. Primero, el protagonista Chris Evans que supone, al menos para mí, una agradable sorpresa en la cantidad de humanidad y complejidad que puede infundir a su personaje, un héroe que, como todo héroe distópico, es bastante unidimensional; es Evans quien realmente le infunde vida, y que logra  en ese clímax final que creamos que realmente se preocupa, que realmente le importa y que este viaje significó algo más que una venganza personal. Y en ese sentido, causar empatía con alguien a quien el guión nunca acaba de definir es su mayor logro.
Segundo es necesario dar aplausos a Tilda Swinton por crear un papel retorcido. Si a Evans se menciona aparte la humanidad de su personaje, con Swinton es necesario poner aparte la crueldad del suyo. Su Mason es absolutamente detestable, y la imagen que logran conjuntamente el actor, el diseñador de vestuario y el maquillador es absolutamente perturbadora, infernal, enferma en todo el sentido de la palabra (Mason no es solamente repugnante por dentro, sino su aspecto exterior da una fuerza demacrada, como una bruja moribunda pero llena de demonios interiores). Cuando Evans y Swinton se encuentran frente a frente resulta en una pareja explosiva. Y eso me encanta.
Quiero acabar esta sección señalando que, por alguna razón u otra, Ed Harris nunca acabó de venderme la idea de su villano. No es la primera ocasión que me pasa con él, tampoco.

Guión y Dirección: Bon Joon-ho sabe cuando tiene algo hipnótico enfrente, y es su gran preocupación por los detalles combinada con su fascinación por los lados más oscuros de la naturaleza humana lo que logran alzar a Snowpiercer, dándole su identidad y su ritmo. El guión, coautoría entre este y Kelly Masterson, es menor en el sentido de que su historia es menor, siendo el trasfondo social tomado de la novela visual en que se basa su mayor logro. Es entonces Joon-ho detrás de la cámara quien le da vida al mundo decadente presentado en Snowpiercer.

Factura Tècnica: Es imposible hablar de esta película sin hablar del majestuoso trabajo que realizan sus técnicos. Especialmente meritorio resulta el trabajo de los diseñadores de escenarios, de vestuario y de maquillaje, pues ellos lograron crean un mundo completo en el espacio tan reducido y casi claustrofòbico que representan los vagones de un tren. No me canso de parar la película para quedarme viendo la cantidad asombrosa de detalles que existen en cada uno de los vagones de este tren post-apocalíptico, en cada uno de las ropas que usan los personajes, sean los trapos sucios de las clases bajas rebeldes o las retorcidas y coloridas prendes de los acomodados. Es en su propia forma un universo suficientemente alcanzable y suficientemente alienígena para funcionar.

Escenas: Ya he mencionado algunas escenas, pero quiero remarcar nuevamente aquella que al principio llamé un "momento cumbre" de la película. Ese discurso que comienza la película, en el sentido de que le da su carácter y marca el ritmo y el tono que tendremos, me parece un ejemplo magistral en todos los aspectos, pues crea en un momento una sociedad. Swinton es una actriz muy talentosa, pero nunca me había hipnotizado y horrorizado tanto como cuando muestra sus chuecos dientes y habla de zapatos y sombreros.

Conclusión: Snowpiercer no es una obra maestra, pero tampoco creo que una obra de su características, un retrato de una sociedad destruida reflejo de nuestra propia (y cada vez más decadente) realidad deba serlo. Y, quizás por su propias características, funciona incluso mejor con imperfecciones que si representara un perfecto ejercicio del género. Snowpiercer es sobre todo una obra visceral, que nos habla en metáfora de lo que no queremos reconocer en nuestra propia cultura, y así logra crear empatía en una forma que no comprendemos completamente. Como ya dije al principio, amo las distopías, y esta película no va a ser la que cambie mi opinión.

Lo Mejor: La retorcida alma de Mason, reflejo de su sociedad.
Lo Peor: Los personajes se pierden dentro del Snowpiercer.
Descrita en Corto: Deliciosamente oscura.
Calificación: 7.5

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